El nuevo cereal modificado genéticamente también ha pasado por una prueba comparativa con un pan de harina normal y con otro de harina de arroz, una versión habitual en el mercado para este tipo de consumidores intolerantes. La comparación reviste menores diferencias en el caso de la harina modificada genéticamente respecto al de harina de arroz en su análisis nutricional y organoléptico. En cambio es de destacar sus valores inmunotóxicos. Otro punto a su favor es la gran cantidad de lisina contenida en este cereal modificado, un aminoácido esencial para los humanos y que es necesario incluir en la dieta puesto que nuestro organismo no es capaz de generarlo por sí solo.
“Nuestros resultados ofrecen una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo que sufren alguna intolerancia al gluten”, asegura Francisco Barro, del Instituto de Agricultura Sostenible. También afirma que este año se van a desarrollar las primeras pruebas clínicas en pacientes celíacos reales para observar su respuesta. Las patologías asociadas con la intolerancia al gluten se han incrementado en los últimos años hasta alcanzar el 7% de la población mundial, según comunica el propio CSIC.