En un mundo gastronómico en constante evolución, la innovación se presenta como la clave para redefinir las experiencias sensoriales. José Manuel Miquel lo sabe y ha tenido la gran idea de crear helados a partir de cinco canciones de distintos géneros musicales.
Cada receta se construye a partir de un análisis profundo de las notas sonoras y el ritmo de los géneros musicales seleccionados, reflejando la intensidad, el contraste o la armonía de la música a través de combinaciones precisas de ingredientes, teniendo en cuenta los orígenes e historia de cada género. Y todo, sin descuidar la combinación aromática que integra cada creación. Los helados se complementan con texturas crujientes, salsas y bebidas que refuerzan el concepto de cada estilo musical.
Un proyecto sugerente e interesante que el chef presenta en primicia en Arte Heladero 221 y que irá tomando forma también en su negocio -Helanatura (La Unión, Murcia)- a través de listas de reproducción musical que se escucharán en la heladería.
¿Y tú, qué sabor le pondrías a estas cinco canciones?
Música clásica (canción de fondo: Sinfonía Nº. 5 en do menor, de Ludwig van Beethoven) / Helado de vainilla de Madagascar con un toque de miel tostada
Elegancia, composiciones ricas en matices, cambios dinámicos y profundas emociones son algunos de los elementos que caracterizan a la música clásica.
El helado de vainilla con miel tostada evoca la suavidad y elegancia de la sinfonía. Los crujientes de almendras y nueces, con texturas que contrastan, representan la complejidad de este género musical, que alterna momentos de suavidad y fuerza. La salsa de frutas rojas con licor de cereza aporta una melodía brillante que equilibra la suavidad del helado. Se marida con copa de cava rosado.
Descubre la receta en AH 221
Música rock (canción de fondo: Black in Black de AC/DC) / Helado de chocolate negro y frutos rojos
El rock es un género musical que se destaca por su energía vibrante, su espíritu rebelde y su habilidad para despertar emociones profundas.
El color negro del chocolate no es solo una cuestión estética, simboliza la profundidad y la fuerza del género. Su sabor, intenso y un poco amargo, representa la crudeza y autenticidad de las guitarras eléctricas y los rifs potentes que caracterizan el rock. Por otro lado, los frutos rojos traen a la mente esa chispa de energía y vitalidad que impulsa el género hacia adelante. Se marida con whisky con hielo.
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Música blues (canción de fondo: The Thrill is gone de B. B. King) / Helado de arándano y crema de queso
El blues se caracteriza por su profunda carga emocional, su melancolía y su habilidad para transmitir sentimientos complejos.
El helado de queso con arándanos captura la riqueza emocional del blues. La suavidad y profundidad del queso se complementan con el toque vibrante y ligeramente ácido del arándano, evocando las notas melancólicas de una guitarra. Los crujientes de cacao y canela añaden una textura cálida y rica, similar a la calidez de una voz rasgada. Por último, la salsa de chocolate blanco aporta una dulzura sutil, simbolizando la esperanza que siempre surge, incluso en los momentos más tristes del blues. Se marida con cerveza negra.
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Música hip hop (canción de fondo: Rap God de Eminem) / Helado de limón con jengibre y hierbabuena
El hip hop, con su energía vibrante y audaz, refleja una rica mezcla de influencias culturales.
Los sabores cítricos como el limón y la lima capturan esa frescura y rapidez del flow, esa agilidad con la que los raperos juegan con las palabras y las rimas. El mango con chile o el jengibre aportan esa audacia picante y provocativa tan característica del hip hop. La alternancia entre momentos suaves y fuertes, tan esencial en el ritmo y sus letras, se traduce en texturas crujientes como el chocolate blanco o los frutos secos salados. Se marida con té helado con menta.
Música disco (canción de fondo: Stayin’ Alive de Bee Gees) / Helado de piña colada
La música disco, nacida en los años 70 como una explosión de energía en las pistas de baile, se caracteriza por su ritmo contagioso, su estilo vibrante y su capacidad para hacernos bailar.
Un helado de frutas tropicales como el de piña colada captura la frescura y el dinamismo de la pista de baile. Los crujientes de azúcar caramelizado o los trozos de galleta añaden una textura divertida y chispeante, creando una sensación de movimiento. Y la salsa de mango y maracuyá con un toque de licor de naranja de Cointreau evoca la frescura de la música disco y los sabores setenteros típicos de los cócteles de aquel momento. Se marida con chupito de tequila añejo.
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