En un contexto de incertidumbre económica y aumento del precio de los alimentos, el helado se reafirma como un producto de disfrute para los consumidores europeos, según la Asociación de Empresarios Artesanos del sector de la Pastelería de Madrid (Asempas).
Consumo estable y concentrado en verano
Tal como recoge la Asociación en un comunicado, España fue el cuarto mayor productor de helado de la UE en 2024, con 378 millones de litros, según Eurostat. Entre junio de 2023 y mayo de 2024 se consumieron 140 millones de litros, una cifra prácticamente estable (-0,6%), según datos del informe del consumo del año 2024 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
El consumo se concentra en verano, con un 50% del total en el tercer trimestre, y cae en invierno (7%). El consumo en el hogar se sitúa en 3,33 litros por persona al año, representando el 10,3% del total de derivados lácteos, en tercer lugar tras las leches fermentadas y los quesos.
Por su parte, el consumo extradoméstico (en la calle, establecimientos, en el trabajo, en centros docentes: colegios/institutos /universidades o casa de otros) alcanza 0,84 litros por persona, pero se ha reducido un 8% por la menor frecuencia de compra.
Las regiones con mayor consumo son Andalucía (22,3%), Levante (18,9%), área metropolitana de Madrid (13,3%) y el área metropolitana de Barcelona (10,2%). Las poblaciones de entre 200.000 y 500.000 habitantes presentan mayor intensidad de consumo, siendo las mujeres las mayores consumidoras (53,4%) frente al 46,6% de los hombres.
Sabores tradicionales lideran el mercado
Los sabores tradicionales como turrón, vainilla y chocolate siguen liderando el mercado, aunque crecen las preferencias por sabores frutales y tropicales como mango, limón o maracuyá, así como los sorbetes en zonas costeras y los helados veganos en entornos urbanos.
Perspectivas 2025
Según el mismo comunicado, la Asociación Nacional de Heladeros (ANHCEA) prevé que 2025 será un año clave para elvsector, marcado por la innovación, la sostenibilidad y la adaptación a los gustos emergentes.
El mayor desafío será mantener la rentabilidad sin renunciar a la calidad, ni perder la esencia del producto artesanal. La fidelidad del consumidor y su disposición a pagar por experiencias auténticas podrían ser decisivas para mantener vivo uno de los placeres más universales del verano. Este tipo de alimento, se suele consumir entre horas, de forma impulsiva y sin planificar.