En el año 2005, el sector del dulce, representado por la Federación Española de Asociaciones del Dulce –FEAD-, alcanzó un total de 1,22 millones de toneladas y facturó 3.700 millones de euros. Estas cifras, recogidas en el último informe hecho público por la FEAD, representa un crecimiento de 0,2% y 3%, respectivamente, en relación a los valores de 2004. No obstante, este mínimo incremento vino motivado por el aumento de la exportación en un 2%, hasta alcanzar las 269.019 toneladas (21,94% del total del mercado). Por el contrario, el mercado nacional descendió un 0,4% en 2005 hasta situarse en las 956.833 toneladas. El destino de las exportaciones españolas es, principalmente, la Unión Europea con un valor medio de comercio intracomunitario del 79%, y seguido muy de lejos por el resto de continentes con comercio extracomunitario con el 21%.
El informe recoge los principales datos de los cinco sectores agrupados en torno a la Federación: APROGA (Asociación Profesional de Fabricantes de Galletas), CAYCHI, (Asociación Española de Fabricantes de Caramelos y Chicles), CHOCAO (Asociación Española de Fabricantes de Chocolates y Derivados del Cacao), PPM (Asociación Española de Panificación y Pastelería de Marca) y TUMA (Asociación Española de Fabricantes de Turrones y Mazapanes). En total, 106 empresas que representan el 76% del mercado del dulce en nuestro país.
Un dato significativo de este informe señala que el consumo per cápita en España se situó en 2005 en los 21,7 Kg/persona, lejos todavía de los 28,2 kg/persona de la media europea. Visto desde un punto de vista de ventas en valor, el consumo de las diferentes categorías de producto se distribuye del siguiente modo: en primer lugar, productos de panificación y pastelería de marca (34%), seguido de confitería de chocolate (24,6%), en tercer lugar con valores similares, galletas (18,7%) y confitería de azúcar (15%) y para finalizar turrones y mazapanes (7,7%).
Ante estos datos poco satisfactorios, la FEAD considera que una vez más el sector ha acusado una pérdida de competitividad debido al encarecimiento de la mano de obra, de las materias primas y de los combustibles derivados del petróleo, a un exceso de trabas legislativas y administrativas no siempre necesarias, y a una extraordinaria presión de parte de sus clientes. Asimismo, y a nivel exterior, la pérdida de competitividad, y según la Federación, se visualiza en la balanza comercial que, pese a seguir siendo positiva para el conjunto del sector, cada año se acerca más a la neutralidad debido a un estancamiento (y en algunos casos disminución) de las exportaciones y a un incremento de las importaciones. La FEAD tampoco olvida la gran influencia que las grandes economías emergentes (China, India, etc...) pueden llegar a tener en nuestro sector. Las empresas están trabajando para hacer de ello una oportunidad en vez de una amenaza, aunque la influencia puede ser finalmente negativa si las administraciones (nacional y europea) no se muestran sensibles con el alto nivel de exigencias impuestas a la propia industria.